Bienestar mental en una pandemia mundial. ¿Y tú cómo estás?

Vivimos en una sociedad donde en muchas ocasiones lo que reina es la prisa, la intoxicación de los medios de comunicación, las obligaciones, la autoexigencia, la exposición constante al qué dirán, la necesidad de cumplir los objetivos cuanto antes… Y a veces dejamos las cosas realmente importantes de lado.

El 2020 es un año que ha puesto nuestra capacidad de adaptación a prueba y no una vez ni dos. Pero… ¿te has parado a pensar, de verdad, cómo te sientes?.

En estas líneas quiero invitarte a parar y reflexionar sobre cómo estás y cómo te sientes. Tanto si ya lo habías hecho como si no, es necesario que recuerdes la importancia de cuidarse a unx mismx diariamente y sin prejuicios. 

Si te das cuenta, en ningún momento te he preguntado por si lo que sientes es normal o no, porque… ¿qué es normal?. Pueden existir emociones, estados habituales o esperables, pero desde luego, y más es nuestra sociedad actual, lo normal no es más que una forma de juzgarnos y de etiquetarnos. Eso es justo lo opuesto a lo que busco con este artículo. Por ello, te invito a que dejes los (pre)juicios a un lado, en la medida que sea posible, y escuches cómo estás, sin buscar etiquetarlo ni evitarlo.

Tanto si es agradable como desagradable, tienes que tener en cuenta que son emociones, pensamientos o acciones tuyas, salen de ti por algún motivo. Por eso, y si estás preparadx para ello, te invito de nuevo a que des la bienvenida a aquello que estás sintiendo.

Las emociones que sientes te están dando pistas de cómo estás. Tú mismo te estás dando esta información. Qué valioso es esto y cuántas veces lo ignoramos.

Si alguna vez has usado la evitación, he de decirte que no toda la responsabilidad radica en ti. Vivimos en una sociedad en la que está muy extendido disfrutar todo lo posible, mejor pronto que tarde, y a evitar cualquier tensión, sufrimiento y/o esfuerzo. Una vida sin complicaciones es una vida feliz.

Esto genera, en las personas que lo hacen, que se queden atrapadas en un patrón destructivo de no aceptación del sufrimiento. 

Además, vivimos en un mundo en el que se esparcen herramientas, razonamientos, recetas y formas de ser feliz como si del supermercado de la felicidad se tratara. Todo esto termina siendo mezclado por cada unx en su cóctel personal propio para conseguir no sufrir. Algo que es realmente preocupante y puede tener unas consecuencias muy peligrosas.

Exigir no sufrir o tener que sentirse bien para poder vivir no se ajusta a lo que la vida realmente ofrece. El malestar psicológico es parte ineludible de la vida. Acogerse a la búsqueda de la evitación del sufrimiento como el único objetivo en la vida es una elección que puede resultar restrictiva y destructiva. La evitación generalizada es destructiva.

Sentirse bien es importante, pero no caigas en querer tener una felicidad constante y a costa de todo, incluso de ti mismx. Obsesionarse con estar feliz por encima de todo no es estar feliz.

Es habitual evitar, posponer o distraerte de ciertos sentimientos, pero puede llegar a no ser saludable. Evitar a corto plazo te permite coger fuerzas, habilidades y herramientas para afrontar cuando estés listx. El problema viene cuando se hace de manera sistemática. Si la evitación se generaliza puede acabar en un efecto destructivo o trastorno psicológico. 

El sufrimiento es parte del ser humano y por tanto tiene una utilidad, si te esfuerzas en taparlo o evitarlo no estás atendiendo a lo que ese sufrimiento te está diciendo; no te estás escuchando.

¿Qué te quiero decir con todo esto? Que si ahora no te sientes con fuerzas para afrontar cómo te encuentras, no lo hagas, pero no lo pospongas indefinidamente porque no es saludable. Si, por otro lado, consideras que estás listx para escucharte, pero te da pereza, te invito a que no uses más esta emoción como escudo, y comiences a atenderte.

Este año ha estado lleno de cambios constantes, los cambios generan alteraciones, desequilibrios, inseguridades… pero tú eres quien decides si esos cambios te pueden aportar algo saludable o no. 

 

Volviendo al inicio del artículo, tanto si predominan las emociones agradables como las desagradables, recíbelas de una forma cálida y permítete tener un rato analizándolas (y sin juzgarte, insisto).

Hay momentos en nuestra vida en los que la urgencia absorbe la importancia; las hojas no nos dejan ver el bosque.

Por eso, es necesario que tengas claro qué es importante en tu vida y qué es urgente. NO es lo mismo. Esto marca la diferencia entre tener una vida plena y de calidad o una vacía y sin un sentido claro. 

 

Por eso, es tan importante que te preguntes de manera frecuente cómo estás y que valores por qué estás así y hacia dónde quieres continuar.

Tú eres el/la dueño/a de tus emociones y acciones, tú eres el/la responsable. 

Por ello, si predominan las emociones agradables permítete que salgan, busca una forma saludable de expresarlas y de escucharte y, además, busca cómo fomentarlas.

Si, por el contrario, predominan las emociones desagradables, te invito, una vez más a aceptar el sufrimiento como una parte de la vida, y verlo como una oportunidad para conocerte más y para aprender. Es la forma más saludable de relacionarte con él.

Ambas, tanto las emociones agradables como las desagradables son importantes, útiles y necesarias en tu vida, centra tu atención y tu energía en comprenderte (las), escucharte (las), cuidarte (las) y respetarte (las), en vez de malgastar tu tiempo y fuerza en etiquetarlas y evitarlas.

Y tú, qué tipo de persona quieres ser ¿la se permite escucharse honestamente para ser feliz o la que se obsesiona con estar feliz?

 

 

 

 

 

 

 

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