La velocidad mental se asocia a mayor inteligencia. Frente a la lentitud mental que se asume como una falta de recursos, capacidad o aptitud.
LA VELOCIDAD MENTAL.
Una persona que tiene velocidad mental para realizar una tarea en concreto refleja que tiene bastante conocimiento para realizarla de manera automatizada.
Sin embargo, en algunos casos esta velocidad mental puede traer consecuencias menos positivas. Como es el caso del estudio clásico con golosinas, que quizás habrás escuchado, de Walter Mischel. Demostró que los/as niños/as que engullían la golosina que tenían delante, en vez de esperar a tener dos al cabo de unos minutos, obtuvieron peores notas en el colegio y puntuaciones más bajas en el equivalente a la selectividad en España en comparación con los niños/as que eran capaces de esperar.
LA LENTITUD MENTAL.
La lentitud mental puede aportarte mayor calidad en los procesos arduos y voluntarios para conseguir un logro, como:
- – planificar
- – perfeccionar
- – buscar errores
- – la creatividad.
Además, te puede permitir percibir detalles, sensaciones o aromas que desde la velocidad y el piloto automático pasan desapercibidos.
LA LENTITUD Y LA VELOCIDAD, QUÉ GRAN PACK.
Con la velocidad se logra adquirir conocimientos, cuanto más rápidx seas más conocimientos adquirirás y automatizarás.
A través de la lentitud se favorece disponer de espacio para que la función ejecutiva (planificar, recordar, inhibir los impulsos y favorecer la creatividad) sea cada vez mayor.
A mayor velocidad –> mayor conocimiento y, por consiguiente, se dispone de mucho más tiempo para poner en práctica estas funciones ejecutivas.
Ambas nos permiten mejorar y evolucionar hacia nuestros objetivos, debemos saber invertir el tiempo y el esfuerzo necesario en cada una de ellas. Por tanto, ¿quieres ser veloz mentalmente? ¿Prefieres la lentitud? ¿o te decantas por la virtud de la velocidad y la lentitud?